Epílogo

 

Ser vencedor no es realmente difícil. Los principios son sencillos, y éstos son de alguna manera no sólo enseñados en las iglesias sino en todas partes. ¿Quién no ha oído que el perdón es una virtud? ¿Cuál cristiano no ha orado la Oración del Señor, que dice "Y perdónanos nuestras deudas, y también nosotros perdonamos a nuestros deudores"? ¿Cuál cristiano no ha oído que Dios espera que nosotros seamos obedientes? ¿Cuál cristiano no ha oído que nosotros debemos mostrar el amor incondicional de Cristo?

El problema es que parece ser inculcado en nosotros el viejo concepto católico romano de "santidad”. Ellos dicen que hay unos "santos", pero ese camino es demasiado difícil para la persona común. Tal predisposición mental ha desalentado a muchos católicos romanos. Cuantas veces yo he oído a uno decir, "Bien, yo sé que yo no puedo ser un santo, así que pienso que debo gozar de la vida mientras que esté aquí. Con tal que yo siga siendo un miembro de la Iglesia Católica, yo sé que como poco algún día llegaré al cielo aunque voy a tener que pasarme mucho tiempo en el purgatorio". El reconocimiento como un "santo" en la Iglesia Católica le exige a la persona que realice por lo menos dos milagros comprobables. ¿Realmente? ¡Eso descalificaría a Juan el Bautista que no hizo ningún milagro (Juan 10:41)! ¡El más gran profeta no hizo ningún milagro! Mateo 11:11 dice,

11 De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.

Mientras los hombres han tramado para ser grandes en el reino de cielo, incluso a lograr altas posiciones en la religión, Jesús dijo que esto no era la manera de ser grande en el Reino. De hecho, si algo, los líderes religiosos eran estar al fondo de la cadena de autoridad en el Reino de Dios. En Mateo 20, Jesús lo aclaró muy definitivamente:

25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Marco 9:35 testifica a esto diciendo,

35 Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.

Así que el concepto de santidad es diferente de la enseñanza bíblica de ser un vencedor. Uno requiere estar grande en los ojos de hombres; el otro requiere ser una pequeña persona. Tampoco gran conocimiento no es un requisito para ser vencedor. La alfabetización no es un requisito para ser vencedor, ni uno tiene que ir al seminario. Siendo vencedor tiene más que ver con los dos grandes mandamientos: amar a Dios con todo su corazón y a su prójimo como a usted mismo.

Siendo un vencedor tiene todo que ver con nuestra relación con Jesucristo y siendo fiel a Él para hacer como Él guía. Jesús relató una parábola en Mateo 25, que muestra a quien será dado la autoridad para gobernar en el Reino de Dios. Mateo 25:21 dice,

21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Este señor no estaba dirigiéndose a un gran general o un papa. Él estaba dirigiéndose a uno de sus esclavos. El señor no estaba buscando las grandes conquistas; él estaba buscando simplemente la fidelidad en las cosas pequeñas de vida. Ése es un vencedor.