Introducción
El propósito de la ley divina es establecer la norma para el bien y el mal. En otras palabras, la ley define el pecado. Nunca ha tenido la intención de salvar o justificar a nadie menos esos que están sin pecado. Ya que "Todos pecaron" (Romanos 3:23), está claro que la ley no puede ser usada para el propósito de salvación. Aun así sigue reteniendo su utilidad en informarnos de lo que Dios piensa que es el pecado. "Por medio de la ley es el conocimiento del pecado" dice Pablo en Romanos 3:20.
Cuando Dios le dio la ley a Moisés y a los israelitas, Él empezó con los Diez Mandamientos. Esos Mandamientos eran para ser obedecidos, y así ellos representaban la prueba de obediencia. Esto es, ningún israelita podía clamar ser obediente a Dios si él adoraba a otros dioses, deshonraba a sus padres, robaba a su prójimo, o cometía adulterio. Estas leyes fueron las primeras revelaciones escritas del carácter de Dios y de lo que Él anticipaba del hombre.